Según los datos de Naciones Unidas, actualmente el 54 % de la población mundial vive en zonas urbanas, lo cual nos da una idea de la importancia del desarrollo económico de las ciudades para aumentar la calidad de vida de los habitantes.

 

Las ciudades deben ser gobernadas con una visión de crecimiento (aumento de la productividad) para que se dé el desarrollo y consecuentemente el aumento en la calidad de vida.

 

Para que esta visión se lleve a cabo debe existir una relación estrecha entre el gobierno y el sector productivo (gobernanza). Cuando el gobierno brinda las condiciones idóneas en pro del desarrollo de la actividad económica y fortalece a quienes dinamizan la economía, los beneficiados son las comunidades; esta regla no tiene excepción.

 

Según estadísticas, en Colombia, solo el 6 % de los emprendimientos resisten más de 3.5 años en el mercado, esto nos debe llevar a una reflexión, ¿Por qué fracasan la gran mayoría de emprendimientos? En parte, podría obedecer a una falta de preparación para asumir el reto de emprender. En ciudades como Medellín, debemos apuntarle a estructurar programas enfocados en capacitar la comunidad en competencias y actitudes para enfrentar retos de emprendimiento.

 

En mi experiencia en el sector privado, he entendido que un emprendedor no solo asume retos económicos sino emocionales; lo que me lleva a cuestionarme si en realidad hay planes que no excluyan el manejo de crisis y gerencia de emociones desde los pilares de desarrollo y productividad en la existencia y permanencia de un emprendimiento.

 

En Medellín debemos pensar, crear y ejecutar un sistema de formación que incluya la formación estructural y la inteligencia emocional para afrontar momentos de crisis y de crecimiento.

 

Nuestra cultura de ciudad ha tenido una historicidad desde la honestidad, pujanza y emprendimiento; además, hemos sido líderes en innovación y transformación social a través de nuestro talento e ingenio. No obstante, en los últimos años ha tomado fuerza un discurso asistencialista que atenta precisamente contra esa cultura de emprendimiento que nos ha caracterizado: ¿Cómo podemos apuntarle a capacitar y fomentar el emprendimiento cuando desde algunas políticas públicas se premia la falta de acción y se ataca al sector empresarial?

 

Ayudar a emprender es dignificar el talento, pero capacitar a las personas en manejo de emociones puede asegurar la permanencia y por qué no, el éxito. Finalmente, fortalecer la cultura de emprendimiento por encima de la cultura asistencialista debe ser meta en lo privado y en lo público.

 

Fortalecer la cultura de emprendimiento por encima de la cultura asistencialista debe ser meta en lo privado y en lo público. Clic para tuitear
Juan Carlos Benjumea
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Juan Carlos Benjumea Lema

Soy un defensor y fiel creyente en la democracia, con sumo respeto por la propiedad privada, los derechos individuales de los ciudadanos y creo en los generadores de empleo y de riqueza como dinamizadores de la economía y de la calidad de vida de los habitantes de una región. Creo que los resultados de una buena gobernanza favorecen a la comunidad.