Confieso que esta frase que el comandante general de las FFMM de Colombia saliente acuñaba como suya, no la podía entender; ¿por qué? el soldado más antiguo de Colombia que había sido participe durante el conflicto de la victoria militar que las armas de la república habían logrado contra la amenaza narcoterrorista que rondó la sociedad y el establecimiento colombiano por más de 60 años, soltaba este dicho, como si este logro no hubiera sido una realidad. Escenario que le permitió al estamento político colombiano llevar a cabo con relativo éxito las negociaciones que finalizaron con el desarme y desmovilización de la guerrilla comunista más antigua del mundo, cuya alianza con el narcotráfico le había permitido seguir su accionar fratricida sobre la población colombiana y sus instituciones a través del tiempo como una pesadilla sin fin.
Lo vine a entender el día que él general Navarro y sus comandantes de fuerza en representación de todos los hombres y mujeres en fila, escoltaron a Gustavo Francisco Petro Urrego como presidente N-60 de Colombia a las puertas de la casa presidencial, Petro un exguerrillero indultado perteneciente a uno más de los grupos que en la década de los setenta y en el marco de la guerra fría materializaban las diferentes amenazas que en el trascurso de su vida republicana ha soportado la nación ; los embates del comunismo internacional, la violencia bipartidista, el narcotráfico y otros males han enraizado en Colombia una violencia del cual no ha podido salir, a pesar de haber tenido el diálogo y la paz como premisa de la política nacional.
Es precisamente en una de los tantos empeños en busca de la concordia, que el presidente electo fue perdonado por la sociedad colombiana y su justicia, logrando su reincorporación a la colectividad que él y sus camaradas querían cambiar a través de las vías de hecho, dejando de lado las oportunidades que la democracia le da a su soberano de buscar soluciones a los males que le aquejan de forma pacífica y en ejercicio del poder ganado en las urnas como materialización de la voluntad popular en representación de sus intereses
que un participe de esa violencia sectaria e ideologizada que decidió cortar camino y tratar de hacerse con el poder a la fuerza no le hubiera sido posible materializar su intención gracias al sacrificio y al esfuerzo de lucha de esa generación de soldados que los enfrento y venció obligándolos a aceptar las reglas del sistema para ejercer mandato popular fue una ganancia, pero el máximo beneficio se vivió cuando el legado activo de esa victoria , la dirigencia de la institucionalidad que lo doblego , lo puso a las puertas de la Casa de Nariño mostrándole a él ,su partido de gobierno y a la nación colombiana que esa era el camino correcto, no el asesinato y el secuestro selectivo, no la conspiración violenta y destructiva, no el terrorismo indiscriminado que dejó profundas huellas en el conglomerado social colombiano y del cual todavía no se repone.
La magnitud del simbolismo es aún mayor cuando se extiende a algunos que lo acompañaron en el cotejo electoral y hoy hacen parte de la colectividad política en el poder que también combinaron las formas de lucha, colmando los campos y ciudades colombianas de extorsión, secuestro, reclutamiento forzado, muerte y desolación, en búsqueda de la instauración de un sistema caduco y condenado al fracaso, en igual forma fueron rebasados por la legalidad, por la fortaleza del pueblo colombiano materializada en la acción exitosa de sus FFMM y de Policía. Hoy disfrutan de los bienes de la democracia gracias a la nobleza de la nación colombiana que apesadumbrada y con una resignación propia de los grandes pueblos ha sacrificado la justicia en procura de una paz deseada.
A otros del mismo pacto que desde las ventajas que otorga el sistema imperante y la administración de justicia vienen transitando entre lo oscuro y lo diáfano, entre la dialéctica y la mentira, en donde camuflan la ideología y la intención soterrada de coartar la libertad, entre el lenguaje envolvente, la posverdad y la memoria histórica subjetiva, que trata de borrar la fuerza de la evidencia y de la historia ,entre la acción política y el poder de la intimidación que ofrecen los ilegales al servicio del narcotráfico que todavía mantienen el tufillo del comunismo como un capítulo más de la forma solapada de su permanente actuar.
Al contrario de cómo lo aprecian algunos analistas y periodistas militantes esto no fue una derrota para los militares ni del estado que ellos representan; fue la demostración que el sistema si funciona que esa democracia que les permite hoy ser gobierno era la misma que ellos querían hacer volar por el aire, la misma que los ha legitimado en diferentes cargos de elección popular permitiéndoles el ejercicio del poder público, la república que les ha permitido transitar hasta acá en los vericuetos de la burocracia y sentarse en el recinto de excelencia de esta ¡El congreso! unos con más impunidad que otros, es esa sociedad en libertad la que a pesar de haber sido asediada ,humillada y plagiada la que los cuido y resguardo hasta llegar a lo que querían el ¡poder!
El poder sí, pero dentro de la legitimidad, dentro de la legalidad, acorde a la regla de la civilidad y el pacto social, la entrada triunfalista a una capital humeante y a la simbólica plaza de bolívar para sellar su victoria armada con la que soñaron a través del tiempo de su vida al margen de la ley siguiendo el libreto de horror de la revolución de octubre o de la tragedia cubana o nicaragüense solo tendrá albergue en sus sueños frustrados, frustrados por los mismos soldados que hoy acatan el dictamen democrático como el mejor homenaje al sistema que defendieron por el que muchos murieron y a los cuales nos debemos.
NOS VIMOS EN LA VICTORIA MI GENERAL, LA VICTORIA DE TODOS.
El poder sí, pero dentro de la legitimidad, dentro de la legalidad, acorde a la regla de la civilidad y el pacto social. NOS VIMOS EN LA VICTORIA MI GENERAL, LA VICTORIA DE TODOS Clic para tuitear
Coronel Jaime Ariza
Coronel (R) Ejército de Colombia. Junta Directiva de Acore Nacional. ¡Soldado un día, soldado toda la vida!





